VV. AA.
colaboraciones especiales
El Papel de Cercedilla se acercó al instituto La Dehesilla para preguntarles a los estudiantes cómo han vivido estos tiempos. Daniela, Elena e Isabella, cada una según su vena, nos hablaron desde el confinamiento.
pararse a pensar
Daniela Gorgojo Rubio |
Esta cuarentena quedará registrada para la posteridad como una catástrofe económica, un parón en la sociedad, una cicatriz que atraviesa el mundo entero... Pero ¿no será también una lección para la humanidad? El confinamiento es duro, sí, pero también estimulante. Al menos para mí. Las clases a distancia me han hecho pensar en lo mucho que necesitamos ir al instituto, aprender sin depender de la conexión a internet o de los medios de los que disponga cada uno en su casa, ver la cara de nuestros profesores y compañeros… Qué importante puede ser rodearse de gente nueva y sentir que de alguna forma somos una comunidad. También el mundo que nos rodea ahora me ha hecho recapacitar. Mi madre me ha dicho que esta primavera va a ser diferente, especial, porque todo se ha detenido. Y tiene razón. Aunque sea desde la ventana de mi habitación, ahora veo cómo el verde se apropia de la calle. Es como si la naturaleza reclamase lo que es suyo… Da algo de miedo a lo mejor, pero también es bonito que todas esas plantas crezcan desmedidamente en cualquier parte, y los vídeos en los que todo tipo de animales se pasean por lugares en los que no se habían visto desde hacía años. Todo me da que pensar. Leo, doy un paseo, escribo, escucho música. Y pienso. Cómo vamos a vivir nuestra vida cuando quiera que esto termine, me pregunto. ¿Algo va a cambiar o todo seguirá de la misma forma? Creo que esta cuarentena puede servirnos para crecer como personas y explorar en nuestro interior. Solo hay que saber buscar en el lugar indicado... ¿Es en verdad tan malo este confinamiento? Puede que sí, pero al menos para mí está significando algo más que unas cuantas semanas de encierro. A veces un parón en seco es mejor que seguir sin mirar dónde se pisa. Me quedo quieta y, desde mis quince años, contemplo el paisaje de la vida. |
primavera 2020
Elena González Bodelón |
Este año la primavera despertó sola. Todos estábamos en casa y su belleza se adueñó del paisaje sin testigos. Nos perdimos el nacimiento de las flores. El sonido de la naturaleza recién despierta nada más nos llegaba a través de la ventana. Tuvimos que aprender a valorar lo que nos mostraban los cristales. El amanecer, el atardecer, la lluvia y el viento, un pájaro que canta…, aparentemente salvando al mundo desde nuestras fortalezas. Han pasado ya muchos días, semanas, meses… El mundo se ha paralizado, ya no hay más besos ni abrazos. Todos tememos el contagio, pero a la vez amamos demostrar nuestro afecto. Así que nos quedamos quietos. Y realmente descubrimos el valor de lo más puro, de lo que nos hace humanos. Extrañamos las caricias, el café de nuestro bar, los paseos… Es duro, pero pienso que cuando esto acabe y hayamos salvado juntos al mundo, seremos todo lo que hemos aprendido a ser estos días. Nos administraremos mejor el tiempo, valoraremos cada instante con nuestros hermanos, con nuestros amigos. Disfrutaremos de lo que tenemos. Respetaremos y amaremos más a la naturaleza, que ha consolado nuestros sentidos a través de las ventanas durante los días eternos. Seremos mejores. |
ningún túnel es infinito
Isabella Arévalo Annese |
El mundo cambia constantemente. La tecnología influye cada vez más en nuestra vida, se ha vuelto imprescindible para la mayoría de las personas, y podemos usarla a nuestro favor, o todo lo contrario. El coronavirus, esta pandemia mundial, llegó sin que nos diéramos cuenta ni pudiéramos imaginar los efectos que tendría. Es impresionante la devastación que ha causado este virus alrededor del mundo: se ha llevado la vida de miles de personas, ha golpeado a la economía mundial, al comercio, a la producción de petróleo, al turismo… y a la educación de los jóvenes por todo el planeta. Pero algunos, gracias a la tecnología, hemos podido seguir aprendiendo. Algunos estudiantes tenemos la oportunidad de estudiar en un instituto con profesores que se preocupan por nosotros y que nos siguen enseñando como pueden. Así que debemos entender que, aunque a veces estudiar nos parezca un poco fastidioso, somos muy afortunados por poder seguir nuestros estudios, ya que en muchos países pobres los niños no tienen ni luz ni agua en sus casas, ni mucho menos pueden tener clases por videollamada, ya que la mayoría no tienen ni acceso a internet. Mi nombre es Isabella Arévalo y vengo de Venezuela, un país lastimosamente liderado por la corrupción y el caos, que también han alcanzado a la educación. Los jóvenes venezolanos, incluso los que tenemos la oportunidad de tener una educación, muchas veces hemos perdido clases debido a la falta de luz o las protestas a nivel nacional, por lo que no es la primera vez que me he visto obligada a vivir una situación similar a la que los jóvenes en España y el resto del mundo estamos viviendo ahora. Tuve la oportunidad de empezar una vida nueva aquí en España hace algunos meses, y cuando llegó esta pandemia pude notar el miedo y la incertidumbre de la gente, algo con lo que se vive diariamente en mi país. Por eso quiero decirles a los jóvenes que ahora se sienten desmotivados por todo lo que está sucediendo que siempre hay una luz al final del túnel, y que esa luz cada vez está más cerca. |