PLANTAS DE AQUÍ
LOS NARCISOS SILVESTRES DE GUADARRAMA
Manuel Peinado Lorca
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Las seis especies silvestres de narcisos que aparecen en el sistema Central. Fotografías: N. jonquilla, Cillas, Real Jardín Botánico de Madrid; N. pseudonarcissus, Marc Ryckaert; N. bulbocodium, Maite Santisteban Rivero.; N. triandrus, Daniel García Pelillo; N. cantabricus, Gonzalo Astete; N. rupicola, Daniel García Pelillo
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En la mitología griega, Narciso era un joven hermoso y engreído. Para castigarlo, Némesis, la diosa de la venganza, hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en una alberca. Sin duda el botánico francés Tournefort recordaba bien este episodio cuando en 1694 eligió el nombre de Narcissus para nombrar el género que agrupa a esas plantas cuyas hermosas flores aparecen muchas veces inclinadas, como si quisieran mirar su reflejo en el agua.
Cada primavera, los narcisos aparecen por todas partes. Son popularísimos en jardinería, y se encuentran entre las primeras flores que vemos cuando terminan los fríos y florecen a partir de los bulbos enterrados el invierno anterior.
Es posible que no hayas notado mucha diferencia entre las distintas variedades de narcisos de jardín. Y aunque seas muy observador, apenas conocerás una mínima parte de ellas porque desde 2008 se han nombrado más de veintiocho mil variedades, y el número continúa creciendo cada año. Incluso entre las plantas silvestres, los botánicos especializados en el género mantienen un sesudo debate sobre cuántos narcisos merecen la categoría de especie, lo que en buena medida se debe al concepto de lo que constituye una verdadera especie dentro de este género.
El debate ha hecho que el número estimado de especies de narcisos varíe entre cincuenta y ochenta, y de ellas veinticinco florecen en España. El género se originó en un lugar desconocido en algún momento entre el Oligoceno tardío y el Mioceno temprano, hace entre dieciocho y treinta millones de años (no es mucho precisar, pero es lo que hay). A pesar de su distribución global actual, los narcisos son en su mayoría plantas mediterráneas, y presentan su máxima diversidad en la península ibérica. Sin embargo, debido a la larga y complicada historia de su cultivo, se ha hecho bastante difícil entender la gama completa de diversidad en forma y hábitat de muchas especies.
Gran parte de la interpretación evolutiva de los narcisos se centra en la morfología floral y en el aislamiento geográfico. En lo que se refiere a la flor, la longitud de la corona y la posición de los órganos sexuales en su interior determinan quién puede polinizarlas con éxito. La corona en sí no está hecha de pétalos o sépalos, sino que tiene apariencia de tubo, lo que se debe a una fusión de los estambres en forma de trompeta, embudo o cuenco. Esto nos permite reconocer el género, aunque algunas especies parezcan bastante diferentes entre sí.
Como decía, la forma de cada corona se relaciona con un tipo diferente de insecto polinizador, y eso ha dado lugar a un gran aislamiento reproductivo entre las distintas poblaciones. Las plantas que permiten un tipo de polinizadores generalmente lo hacen excluyendo a otros. Se piensa que el aislamiento reproductivo, unido al aislamiento geográfico que provocan las diferencias en los tipos de suelo, de hábitat y de altitud, desencadenó la rápida radiación de los narcisos por todo el Mediterráneo. Y la cosa se complicó aún más desde que los humanos se aficionaron a sus bulbos.
El aislamiento reproductivo en estas plantas no es perfecto, y con frecuencia existen zonas híbridas naturales donde las áreas de distribución de dos especies se superponen. Sin embargo, la hibridación se hace mucho más fácil con ayuda de los humanos. Bien sea por la modificación secular de los ecosistemas, bien por intervención directa e intencionada, la actividad humana ha provocado un aumento en la hibridación de los narcisos.
A pesar de toda la confusión que rodea a la taxonomía de los narcisos, hay muchas especies indiscutibles que vale la pena conocer. Estas especies varían en forma y hábito mucho más de lo que cabría esperar. Hay narcisos grandes y pequeños. Hay narcisos con flores amarillas y narcisos con flores blancas. Algunas especies producen flores verticales y otras, flores colgantes. Incluso hay un puñado de narcisos que florecen en otoño. La variedad en este género es asombrosa.
Las plantas han resuelto de maneras muy diversas el problema de la supervivencia durante épocas adversas. Las bulbosas, como los narcisos, sobreviven gracias a sus bulbos subterráneos, que constituyen una reserva para pasar el invierno en estado de latencia, protegidos de las temperaturas extremas de la superficie gracias al poder atemperador de los suelos. Son increíblemente resistentes en esta etapa. |
Elementos principales para identificar narcisos. 1) Estambres. 2) Corona. 3) Tépalos. 4) Tubo floral en cuya base está el ovario. 5) Ovario. 6) Espata membranosa. 7) Sección trapezoidal de una hoja. 8) Sección cilíndrica de una hoja. El ejemplar de la foto es Narcissus triandrus subsp. pallidulus. Montaje de Manuel Peinado sobre una foto de José Quiles
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Narcissus pseudonarcissus subsp. portensis saliendo entre la nieve derretida en Siete Picos. Fotografía: Daniel García Pelillo
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'Durante la primavera, cuando aparecen las hojas, las plantas bulbosas activan su metabolismo, fotosintetizan aprovechando las largas horas de insolación y movilizan los compuestos elaborados gracias a la luz hacia los bulbos subterráneos. Mientras lo hacen, producen flores, por lo general muy numerosas y vistosas porque la mayoría de las bulbosas son polinizadas por insectos libadores.
Cuando aprieta el calor al inicio del verano, las flores ya han producido frutos, y las hojas comienzan a secarse. Durante el verano no queda más rastro de las bulbosas que un manojo de hojas secas y un puñado de frutos que, agitados por el viento, liberan decenas de semillas menudas. |
Después de la polinización, los distintos narcisos emplean una sofisticada estrategia de dispersión de semillas. Unidas a cada semilla dura y negra hay unas acumulaciones grasas conocidas como eleosomas, una fuente energética que subyuga a las hormigas. Como hacen otras muchas especies de plantas de floración primaveral, los narcisos utilizan a las hormigas como dispersores de semillas. Las hormigas recogen las semillas y se las llevan a sus nidos. Allí, se quedan con el eleosoma y descartan la semilla, que contiene el embrión. La semilla, escondida de forma segura en un hormiguero rico en nutrientes, tiene una probabilidad mucho mayor de germinar y sobrevivir que si las cosas se dejaran al azar.
Y ahora vamos a introducirnos en el conocimiento de las especies de narcisos que podemos encontrar en Cercedilla y sus alrededores. En la imagen que encabeza este artículo he situado las seis especies registradas en el sistema Central. De ellas, las más comunes en Cercedilla son Narcissus triandrus subsp. pallidulus, Narcissus bulbocodium y Narcissus rupicola. Arriba, en la fotografía de Narcissus triandrus, he marcado los caracteres más importantes en los que hay que fijarse para identificar cualquier especie de narciso. Con eso y con la pequeña clave que sigue es más que suficiente para familiarizarnos con todos los narcisos que crecen en el sistema Central.
Narcissus cantabricus es un buen ejemplo de que los topónimos no son la mejor elección para denominar especies. En 1816 el gran botánico francés Alphonse de Candolle dio por supuesto que unos bulbos que había recibido de España y había hecho crecer en su jardín procedían de algún lugar de la cornisa cantábrica. No los busquen por allí. Lo más al norte que llega es al sistema ibérico turolense, pero es mucho más abundante desde el sistema central hacia el sur, hasta las altas montañas del Magreb. En Guadarrama se refugia en enclaves abrigados y algo húmedos de encinares, jarales y enebrales.
Por sus flores blancas, esta especie es muy fácil de distinguir en vivo de Narcissus bulbocodium, con la que convive en Guadarrama, aunque esta última es mucho más frecuente, con toda probabilidad, el más abundante de los narcisos de Guadarrama. Ahora bien, la cosa cambia si se recolectan ejemplares para herbario, porque las flores prensadas de Narcissus cantabricus adquieren un tono amarillento. Sin embargo, este se diferencia de su congénere por su corto pedicelo floral, sus hojas más estrechas y su corona más corta en relación con los tépalos. Ambas prosperan en prados, herbazales, roquedos, claros de jarales, brezales y piornales, y a la sombra de encinares, melojares y pinares.
Narcissus rupicola se identifica con facilidad por sus flores solitarias, de un amarillo vivo, que nacen casi directamente desde los tallos, sin pedúnculo floral, y por su corona corta con dientes irregulares siempre bien visibles. Su ecología es variable, aunque, como indica su nombre (rupicola, de ‘rupestre, roca’), muestra preferencia por las fisuras anchas de roca y los prados pedregosos en claros de piornales, jarales o pinares.
Por su corona corta y su corola de color amarillo vivo, Narcissus jonquilla puede confundirse con Narcissus rupicola, pero se diferencia de este por su tubo floral largo y recto; este pequeño narciso, además, crece en los bordes de los arroyos, en turberas y en herbazales húmedos. No lo he visto en el término de Cercedilla, pero sí en el arroyo Perales, en Navalagamella, en el pie de monte de Guadarrama, y en Somosierra. Tampoco es raro que pase desapercibido porque es de pequeño tamaño y, además, es la especie de floración más breve. Mientras que el resto de los narcisos guadarrámicos florecen de enero a junio, Narcissus jonquilla lo hace dos meses, entre marzo y abril, cuando el deshielo empapa los suelos en los que reposan sus bulbos y semillas.
Un narciso muy característico por sus flores inclinadas y sus tépalos dirigidos hacia atrás, unos y otros de un color amarillo muy apagado, es Narcissus triandrus subsp. pallidulus, la especie más frecuente en Cercedilla, que florece en prados sombríos y sobre todo en los bosques de Quercus pyrenaica y en los pinares de sustitución.
Narcissus pseudonarcissus es un complejo de plantas muy semejantes que se extiende por el suroeste de Europa; son tan parecidas entre sí que la subespecie ibérica se conoce con el nombre de confusus. Este narciso, localmente conocido como «trompón» por su gran corona alargada, es escaso en la comunidad de Madrid y se cría en enclaves montanos con suelos provistos de abundante humus.
A pesar de su popularidad como plantas ornamentales, muchos narcisos silvestres están pasando por serias dificultades en el medio natural. La destrucción de los hábitats, el cambio climático y la recolección excesiva de bulbos salvajes están teniendo un serio impacto en muchos de ellos.
De modo que espero haber logrado con este artículo que, armado con el conocimiento recién adquirido, admires y respetes el narciso que encuentres en el camino.
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